Entrevista de la Vanguardia a Fernando Belasteguín

La vanguardia he realizado una entrevista al número uno del mundo del pádel, Fernando Belasteguín, en la que podemos leer cómo uno de sus motores que le hace seguir siendo el mejor jugador de pádel es su família.

 

la Vanguardia Fernando Belasteguín

 

Imbatible en una cancha de pádel desde hace catorce años, pero con los pies en el suelo. Fernando Belasteguín, enérgico en su expresión y ambicioso en su discurso, no vive de la fama pese a ser el mejor jugador de pádel de todos los tiempos, sino de su trabajo. Su prudencia y humildad pese a sus éxitos hacen pensar que su superioridad en la pista proviene del conocimiento de sus propios límites deportivos. Desde Pehuajó (Argentina), donde nació hace 35 años, llegó a España hace veinte en busca de una profesión. Aquí descubrió un sueño que no podía sospechar: su familia. Pese a dominar su deporte desde hace quince años de manera incontestable privilegia el tiempo con sus hijos sobre cualquier otra cosa.

 

Sólo dos minutos con él son suficientes para conocer su principal faceta. No es la más mediática, pero sí la que más le alimenta. ‘Bela’, como así le llaman, antepone la felicidad de sus hijos sobre todo lo demás. Por eso, el pádel, además de ser su profesión y su pasión, es una vía para poder disfrutar más tiempo de ellos. No es una superestrella pero en su ambiente no pasa desapercibido. Belasteguín nos recibe en el Stars Padel, donde más que un ídolo es un amigo. Dentro de ese pequeño mundo que todavía es el pádel, Bela es admirado y venerado. Cambiar de pareja deportiva a principios de año le ha hecho todavía más fuerte dentro de la pista.


Catorce años después sigue como el primer día o quizá mejor.
Es increíble, este año hemos hecho una pareja muy buena con Pablo Lima. Con el triunfo del fin de semana pasado me he asegurado 14 años de número uno… Empiezo a darme cuenta de lo que supone, de lo que he conseguido. 14 años… estoy muy, muy contento.


¿Es usted el Messi del pádel?


Somos argentinos y números unos, pero lo que él hace en el fútbol no tiene comparación, y lo que yo hago en el pádel lo pueden hacer todos. Soy un jugador hecho más por el trabajo que por el talento.


¿Y cuánto es talento y cuánto trabajo en un jugador de pádel?


Llevo 21 años como profesional. Llegan más los que tienen más trabajo que talento. En el deporte has de combinar la formación física, psicológica, técnica y táctica. Las cuatro tienen mucha importancia, pero sin el esfuerzo no hay nada.


¿Piensa alguna vez en el momento en el que empiece a perder?


Sí, claro. En deporte es lo más lógico. Cuanto más ganas más cerca estás de perder. No vas a ganar siempre. Cuando pierda o me lesione me daré cuenta de lo que he hecho. Ahora estoy tan obsesionado con mejorar que no me doy cuenta de lo que estoy haciendo.


Una vez dijo que conocer a un compañero (de pádel) es como conocer a una nueva novia, ¿qué tal va su nueva relación con Pablo Lima?


Con Juan Martín –su antiguo compañero– estuvimos trece años de número uno del mundo. Supimos convivir con los defectos y virtudes del otro y fuimos honestos cuando vimos síntomas de desgaste. Con Pablo estamos en ese primer año de noviazgo en el que todo es perfecto, pero además los resultados nos acompañan y en lo personal tenemos una química extraordinaria. Aun así tenemos margen para mejorar y eso es lo más importante.


¿Hay algún jugador mejor que usted?


El pádel es un deporte de pareja. Cuando jugaba contra Pablo (Lima) era consciente del jugador tan completo que era. Ahora que lo tengo conmigo cada día, entreno y juego con él, te puedo asegurar que en muchas facetas del juego es bastante superior a mí. Mi virtud es tener a un compañero muy bueno y tengo que ser capaz de tenerlo el mayor tiempo posible a mi lado –ríe–. Lo considero un jugador más completo que yo.


Usted es el único jugador en la historia del pádel capaz de conseguir nueve olimpiadas de plata, cinco años de forma consecutiva. ¿Cuántas medallas olímpicas tendría si fuese deporte olímpico?
No lo sé. El pádel es un deporte muy pequeño y muy desconocido a nivel mundial. En España se practica mucho. Pero llevo 21 años escuchando que en los próximos Juegos seremos olímpicos y nunca llega. Ojalá que antes de que me muera consiga ver al pádel como deporte olímpico. Te firmo eso donde quieras. Ahora mismo es un embrión de algo a lo que le falta muchísimo.


¿Qué le falta?


Tiempo. Es un deporte muy nuevo, tiene 25 años, que ha arraigado en Argentina, Brasil España y poco más. El pádel no es un deporte a nivel mundial. Si viene un chino y nos dice que ellos practican un deporte muy divertido pero no forma parte de nuestra cultura, no lo haremos. Esto es un proceso.


¿Por qué en España ha arraigado tanto?


Aquí han ayudado muchos factores. Es un deporte fácil, lo juega la mujer, entró de la mano de un presidente, era el deporte pijo… El boom inmobiliario también fue importante para su éxito porque hizo que, donde antes te metían una pista de tenis, te hiciesen una de pádel por una cuestión de aprovechamiento de terreno. Así, en todas las urbanizaciones empezaron a construirse canchas. El clima también ha ayudado mucho.


Hasta hace nada en España se decía que el pádel era el deporte de Aznar ¿Es un deporte elitista?
Los profesionales no venimos de familias bien. Somos gente que se gana la vida. Al principio se le consideraba un deporte pijo porque lo practicaba un presidente de un partido identificado con un sector. Hoy es un deporte masificado. ¿Quién no tiene una pista al lado de casa? En la urbanización, en el polideportivo, en el club. Antes, si te subías al taxi, el taxista te identificaba el pádel con el deporte que practica Aznar. Y ahora hasta ellos lo juegan.


En cinco años el pádel es el deporte que más ha crecido en España. Ha multiplicado sus visitas de manera exponencial.


Sí, pero nos queda mucho recorrido. A nivel profesional el jugador de pádel depende de otras cosas para el día a día. Falta que se traslade ese ‘boom’ amateur a lo profesional. No salimos en la prensa, no hay tanta visibilidad, y eso nos perjudica.


¿El pádel es simplemente una moda?


No, ha llegado para quedarse. En España no ha parado de crecer desde hace 25 años. Si fuera un boom habría durado dos años. Pero hace diez ó quince que no para de crecer. A nivel amateur es un deporte muy instalado.


¿Se gana bien la vida un jugador medio de pádel?


Lo tenemos que combinar con otras cosas.

¿El mejor jugador de la historia también?


Sí, el número uno también. Tienes que combinarlo. Te da para vivir, pero si me lesiono se acabó. Poco a poco tenemos que trasladar ese ‘boom’ del amateur a lo profesional para que la gente venga a vernos y que haya más patrocinadores.


¿Depende de premios o sponsors?


Es una mezcla. Pero los premios… si te digo lo que ganamos, te ríes. Si pierdes en cuartos de final, el que podría ser el cinco del mundo, por ejemplo, cobra 1.500 euros ¡y es el cinco del mundo! El que gana el torneo se lleva un poco más, pero tienes que descontarle el viaje, las dietas, los impuestos…


¿La gente le conoce, lo saluda por la calle? ¿Se puede tomar una cerveza en plaza Catalunya?


No, no. En el entorno del pádel sí, pero en la calle no. Pertenecemos a un deporte muy pequeño. El jugador es el ídolo de un club, pero sales de aquí y no te conoce nadie. Cuando dejas esto el golpe puede ser muy duro. Hay que tenerlo muy claro.


Después de tanto tiempo, ¿qué le mantiene con un nivel de motivación tan alto?


La necesidad. Pero no hablo de dinero sino de tiempo. Cuando me retire tendré que trabajar como todo el mundo. Allí –en Argentina– le damos mucho valor al tiempo y mi profesión me permite tenerlo para ver crecer a mis tres hijos. No hay dinero que me pague eso. Yo hoy entreno por la mañana y por la tarde puedo estar con ellos. Toda la tarde, todos los días. Por eso cada fin de semana me dejo los cuernos. Tengo que dejarme la piel. Cuantos más torneos gane y más alargue mi vida profesional más tiempo podré disfrutar de ellos. Cuando no sea profesional ese tiempo tendré que venderlo para ganar más dinero, ya sea dando clase o haciendo otra cosa, pero no podré estar tanto con ellos. Me considero un afortunado por practicar un deporte que me permite comer y tener tiempo para disfrutar de mis hijos.


Fuente: http://www.lavanguardia.com/

 

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