Interesantísimo artículo de Javier Casadesús en el que explica los motivos por los que cargar el juego a uno o otro de los jugadores rivales. También argumenta el porqué muchos de nosotros, incluídos los profesionales, cargamos el juego sobre el jugador equivocado.
El comentario de Fernando en el artículo “Análisis WPT 2013: los dominadores” cuestionándose las razones que llevan a las parejas a cargar el juego sobre Juani Mieres y no sobre Pablo Lima, me sugiere este artículo donde de manera general intentaré dar respuesta a su pregunta.
Tiene razón Fernando cuando dice que los rivales suelen cargar el juego sobre Juani Mieres. Es un hecho fácilmente comprobable. Como también lo han hecho tradicionalmente con Fernando Belasteguín cuando se enfrentan a la mejor pareja del mundo. Pero eso sucede a todos los niveles. La táctica básica en cualquier pareja es volcar el juego sobre el jugador peor, entendiendo como peor al que me da más opciones de victoria. En los dos ejemplos anteriores sin embargo no parece que esa táctica dé buen resultado. ¿Qué sucede?
Esa táctica básica es una buena elección. Pero aunque tiene un enunciado simple, no siempre es fácil de aplicar. La razón es que tendemos a confundir al jugador peor con el jugador menos resolutivo. De alguna forma tendemos a evitar, y esto es común en todos los niveles de juego (incomprensiblemente también en profesionales), al jugador capaz de ganarnos puntos de una forma rápida, sin hacer un balance de puntos ganados y errores del rival. Y es que ese sencillo análisis basado en la estadística es muy difícil de hacer de una manera fría ya que los puntos ganadores del jugador resolutivo retumban en nuestra cabeza y en nuestra moral como si de 10 puntos se trataran.
Es especialmente sangrante cuando ves parejas profesionales que partido tras partido vuelcan el juego sobre el mismo componente de la pareja rival cosechando siempre el mismo resultado, la derrota. Tan difícil es después de decenas de derrotas, sí, digo bien, decenas, intentar…….
Sigue leyendo el artículo en el blog de Javier Casadesús.
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