El final del principio de los jugadores de pádel

En el artículo de esta semana de Javier Casadesús nos explica cómo el pádel permite a jugadores muy veteranos como Juan Martín Díaz dar un giro a su forma de jugar para poder seguir compitiendo al máximo nivel.

 

El final del principio de los jugadores de padel
El final del principio de los jugadores de padel

Javier Casadesús:

Llega el momento, el principio del final, aquel tiempo en que se suceden los altibajos, donde a grandes actuaciones le siguen derrotas inesperadas o partidos que antes se ganaban con facilidad y ahora se complican.

Delante de esta situación, a la que todos los grandes campeones tarde o temprano se deben enfrentar, hay tres posibles alternativas de respuesta: retirarse, pelarse con el destino o adaptarse.

La retirada no es una opción en nuestro deporte. No siendo (todavía) un espectáculo de masas y en tanto y cuanto cada año extra de competición reportará unos rendimientos económicos que difícilmente se alcanzan fuera de ella, no parece razonable abandonar. De hecho, y mirando la realidad, eso no sucede.

Enfadarse con el mundo, tal como podéis imaginar, solo nos conduce a la melancolía. Incluso la simple aceptación de la realidad y la resignación consiguiente nos derivan al mismo final.

La tercera alternativa es apasionante. Ante unos recursos físicos menguantes, el pádel, a diferencia de otros deportes, permite la adaptación mediante la mejora técnica y táctica.

Podría intentar definir mejor lo que quiero transmitir, pero en este caso nada mejor que un ejemplo para ello.
Es un hecho que la plenitud física de Juan Martín Díaz ya pasó. Sus reflejos, por ejemplo, siguen siendo los de un extraterrestre, pero no son los de años atrás. Además, una grave lesión de rodilla como la que sufrió, y a pesar de su recuperación casi total, deja huella de manera inevitable. Y más a su edad.

JMD tenía un remate por 3 espectacular. Sin ser un jugador de potencia, conseguía sacar muchas por técnica y colocación, pero las sacaba por centímetros, incrementando la dificultad de la devolución por lo complicado de adivinar si la pelota saldría o no.

Desafortunadamente para él, sus piernas no son las de antes, y muchos de esos remates que antes salían por centímetros ahora quedan en la jaula. Pero JMD ha encontrado en la combinación de técnica y astucia una solución: ahora amaga el remate por 3 y deja que la pelota muera suavemente en la pared de fondo. Y lo hace, como casi todo, de una forma admirable.

Es genial. Una mejora técnica (antes ya lo hacía pero no tan bien como ahora), acompañada de una mejora táctica (en qué momento utilizar una u otra versión del remate), permiten que JMD siga siendo tan peligroso como antes por arriba.

Nuestro deporte permite esta adaptación y, en ciertos jugadores y válgase la exageración, incluso que el principio del final pueda convertirse en el final del principio.

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